7 de septiembre de 2010

Ser de León. Ser leonés.

      Cuestión de matiz.  
      Y, a  partir  de  ahí:  Leonesismo     

    Lo mismo que es falso lo de: “todo er mundo es güeno”;  también lo es, que todos los nacidos aquí, seamos buenos, buenos leoneses se entiende. Para puntualizar esto, me permito señalar con total modestia, la sutil diferencia que encuentro entre ser de León y ser leonés.

    En ambos supuestos el origen de la persona, el nacimiento, ha sido en esta región o si se prefiere en nuestra provincia leonesa, pero a partir de ahí, alcanzarán matices diferenciadores, que trataré de explicar.

    Ser de León. Nacer y vivir aquí es la escueta y sencilla realidad que nos otorga tal condición. Si todo queda reducido a eso, lo leonés no ha calado en nosotros, conviviremos en esta tierra, llevaremos su nombre, pero no nos impregnaremos de su esencia, no alcanzaremos por tanto, la plena integración.

    Ser leonés. Es algo más, implica un conocimiento de los valores autóctonos, verdaderos marcadores de nuestra idiosincrasia, que nos empuja a identificarnos con nuestro pasado, -historia, costumbres y tradiciones - lo que supone una actitud de compromiso con todo lo nuestro, lo leonés, que como cosa propia defenderemos.

    Dando un paso adelante, podemos decir que, ese ser leonés, nos puede poner en el camino de un más alto valor si cabe, cual es, el estado de conciencia llamado LEONESISMO.

  Nuestra Territorialidad y Personalidad leonesas, entendida la primera como un bien heredado, y la segunda como un valor innato, ambas incuestionables, han de ser defendidas por los leonesistas, en todo momento y sin ningún paliativo.

   En modo alguno es fácil ser leonesista; así que por el hecho de “querer” a León, no se alcanza ese compromiso; simplemente es una condición, loable en si misma, pero insuficiente. Lo que de verdad otorga el sentimental “carné” de leonesista es el hecho de ser leonés, y el compromiso que con ello se adquiere hacia nuestra tierra.